top of page

“Aquí es donde vi el potencial que tenía el arte como herramienta, como contenido y como fin"

Trescientos Sesenta

Actualizado: 14 jul 2022

Elia Cervera, artista y Técnica de Educación para la Ciudadanía Global, ha fusionado durante toda su trayectoria el arte con la acción social a través de diferentes proyectos

La acción social siempre ha formado parte de su trayectoria (Foto cedida por Elia Cervera)

Desde antes de comenzar sus estudios en Bellas Artes (Universitat Politècnica de València), Elia Cervera ya estaba involucrada en voluntariados y en proyectos sociales, y a lo largo de su formación participó en diferentes proyectos vinculados a la dimensión social. Actualmente continúa trabajando en este ámbito.


Pregunta. ¿Desde cuándo colabora con entidades sociales?


Respuesta. Empecé muy pronto porque mi madre ya tenía una tradición de hacer voluntariados, y a los 14 o 15 años insistió que escogiera algún tipo de acción social durante el verano. Empecé yendo a residencias de ancianos, y hasta los 18 fui cambiando; trabajé en escuelas de verano con niños en riesgo de exclusión, en un proyecto con financiación de la Fundación "la Caixa" Acción Social, vinculado con Asociación Alanna, y estuve haciendo talleres con mujeres.


Fue en este momento cuando me familiaricé con la inclusión del arte en procesos sociales, porque la directora de la Asociación Alanna tenía formación en Arte y Artesanías y hacíamos pintura, autorretrato, terapia con caballos, peluquería, masajes…


P. ¿Y en el ámbito profesional?


R. A trabajar profesionalmente en este ámbito fue con la Fundación Proyecto Vivir. Me presenté a una convocatoria de la Universitat de València, “Emergents”, un proyecto de residencia artística centrado en la introducción del arte a personas externas en riesgo de exclusión. Finalmente este proyecto no recibió la financiación de la convocatoria, pero como mantenía contacto con Proyecto Vivir y les gustó la idea, la llevamos a cabo con financiación de la asociación.


Mi segundo trabajo es con Sant Joan de Déu València, asociación que trabaja con personas sin hogar, y en este caso la financiación la recibí del Centre del Carme Cultura Contemporània. En todos estos trabajos no formaba parte de la ONG o fundación, sino que era una persona externa.


P. ¿Cómo vio la conexión entre el arte y la acción social?


R. Quizás no le hace justicia a la parte de la carrera (Bellas Artes, UPV) que hice aquí en Valencia, pero no tengo recuerdos claros de allí aunar arte con lo social. Esto ocurrió más cuando me fui a Estados Unidos a la California College of the Arts. Allí tenían una especialización llamada Community Arts, y el foco se centraba en trabajar con las comunidades de personas. En este momento me familiaricé un poco con el concepto, pero realmente fue al acabar los estudios.


Ese verano en el Yerba Buena Center for the Arts (San Francisco) hicieron un programa intensivo llamado “Escuela de Arte Útil”, liderado por una artista cubana muy reconocida, Tania Bruguera. Para mí fue ella el atractivo principal para participar en el programa. Aquí es donde de verdad vi el potencial que tenía el arte como herramienta, como contenido y como fin en sí mismo en la acción social.

Folleto de "Arte Útil"

P. Una definición del arte desde la visión más social


R. El arte como herramienta de transformación social se concibe desde una democratización de la cultura. Parece que la cultura solo ataña a unos pocos, cuando se habla de alta cultura o de arte contemporáneo. Lo que se entiende como arte está reducido a pequeños espacios; museos, galerías o festivales que evidentemente no son accesibles bien económica o intelectualmente para todo el mundo.


Lo que intenta aprovechar el arte desde la visión más social es no solo la creatividad que puedes tener como persona formada en arte, sino también todos los recursos que hay en el mundo del arte. La idea es desviar un poco de estos fondos y del interés que atrae para hacer actos de transformación social.


El arte socialmente comprometido es uno de los muchos nombres que tiene, y cada uno puede tener sus matices; está el arte socialmente comprometido, el arte útil, acuñado por Tania Bruguera y su equipo de comisarias, la arteterapia, el arte comunitario, el artivismo…


P. ¿Por qué decidió aplicar a la beca del Centre del Carme Cultura Contemporània?


R. Decidí aplicar a la beca del Centre del Carme Cultura Contemporània como resultado de volver a España e intentar entrar en contacto con la comunidad artística de mi ciudad, Valencia, de la que había estado despegada durante dos años o más, y también de profesionalizar mi conocimiento y mis inquietudes. Además, el Centre del Carme es una de las pocas instituciones públicas relacionadas con la cultura que convoca abiertamente, con unas bases bastante claras, y un proceso de solicitud bastante transparente y sencillo.


La convocatoria en particular, “CoSSos. Comunidades de Saberes Subalternos”, iba enfocada a proyectos que tuvieran relación con la acción social. Hablé con un buen amigo, el coordinador de Sant Joan de Déu, y le propuse recibir un proyecto de arte. Me comentó que era justo la “pata” que les faltaba; tenían mucho trabajo en cuanto a orientación laboral, terapia… pero la parte de ocio constructivo estaba muy coja.


Contacté también con una persona de referencia para mí, que había estudiado Bellas Artes conmigo, Sergio Lecuona. Nos pusimos a formular juntos y gracias al apoyo de Sant Joan de Déu y el duro trabajo que supone formular una propuesta sólida, nos dieron el proyecto.


P. ¿Cómo enfocó este proyecto?


R. En el proyecto, llamado El Sonido de la Experiencia, juntamos nuestras especializaciones, porque pensábamos que era desde donde mejor íbamos a trabajar. Yo sé más de artes del cuerpo, y Sergio de electrónica.


Nuestra idea, que se había extraído también del arte útil, era que tuvieran un proceso agradable, que es lo que se intenta con estos proyectos de arte para colectivos en riesgo de exclusión, pero también que se llevaran unas herramientas prácticas para el empleo. En este sentido, la electrónica tuvo muy buena acogida, porque lo relacionaban con tecnología, que es algo que ahora tiene mucha demanda, y además tiene una cualidad masculina socialmente impuesta, y la mayoría de los usuarios eran hombres. En cuanto al aspecto de la performance venía mucho de mi insistencia en aprender fuera de la silla, porque se llega a otros lugares cuando te mueves, y también para romper en determinados momentos con la rigidez más propia de la electrónica.


P. ¿Para un futuro proyecto, qué elemento considera esencial tras la realización de “El Sonido de la Experiencia”?


R. Me encantaría que los proyectos duraran más tiempo; es cierto que los más cortos en el tiempo pueden tener mucho impacto, y puede que en lo diluido te acabes acomodando. Pero hay resultados que solo se obtienen cuando puedes tener un compromiso de muchos años.


También me gustaría hacer proyectos que tengan un impacto en la vida laboral de las personas, o en la vida económica, que les reporte además de un beneficio emocional y social. Me gustaría trabajar en esta idea, porque el arte también puede darte aptitudes para el trabajo, no deja de estar intimísimamente relacionado con las artesanías.


P. Actualmente, ¿cuál es su labor?


R. Desde febrero de 2022 formo parte del personal de la ONG Paz y Desarrollo. Aquí he adoptado un rol distinto; ya no soy artista que trabaja con colectivos sociales, sino técnica de proyectos.


Mi título oficial es Técnica de Educación para la Ciudadanía Global, y mi labor se centra en la ejecución completa de todas las fases de un proyecto, desde la formulación a la ejecución y evaluación. Empecé hace realmente nada, y las fases que he vivido han sido la formulación, con la que estoy familiarizada de mi trabajo anterior, aunque es diferente; en uno estás apelando a gente del mundo del arte y en el otro a instituciones públicas o privadas en el ámbito de la acción social, y también con la parte de ejecución. Todavía no he visto el cierre de proyectos; cuando envías toda la evaluación a la institución financiadora.


P. ¿Va a continuar aplicando el arte a la acción social, como en proyectos previos?


R. Antes mi rol era el de artista – mediadora, y ahora tengo un papel de técnica que tiene que contratar a personal experto para llevar a cabo los proyectos. No es exactamente igual, pero estoy abierta a traer de la mano de otros profesionales el arte a la acción social.


De hecho, el proyecto con el que me incorporé que es el Club del Artivismo, que no concebí yo, ya tenía la línea de lo que se llama artivismo, y este también fue uno de los motivos por los que me eligieron para este trabajo. Sé que en ciertos proyectos puedo poner el foco desde el arte, que no necesariamente en el arte, con las temáticas que escojamos.


P. ¿Qué potencial tiene el arte y/o el artista en este tipo de proyectos?


R. Algo de lo que hablaban en Arte Útil y me gustó mucho es que la figura del artista en estos entornos a menudo se percibe como un poco inofensiva, y es muy buena esa posición, porque permite hacer cambios. Cuando eres un agente externo, puedes tener esa capacidad disruptiva porque entras y sales. También puedes tener la parte negativa de que no estás acompañando durante mucho tiempo. Y, a veces, con esta curiosidad que es común a los artistas y a otras profesiones, se te pueden ocurrir tender puentes o romper alguna barrera que desde la propia institución o colectivo no he visto. Esa posición de ser como un ser inofensivo que viene a hacer “cositas artísticas” es bastante útil si sabes aprovecharlo.


Libro "What's the Use? Constellations of Art, History and Knowledge - A Critical Reader"


Comments


bottom of page