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"Aquí dentro sigo creciendo a nivel personal y profesional"

Trescientos Sesenta

Actualizado: 15 jul 2022

Elena Civera empezó su trayectoria como educadora en la residencia del Colegio Imperial Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer hace 22 años, en septiembre del año 2000, y desde ese momento ha trabajado y convivido con los niños que viven en el en el colegio


Elena es psicóloga, y actualmente trabaja en la residencia del Colegio Imperial

Elena Civera, psicóloga y educadora en el Colegio Imperial Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer. La labor de San Vicente Ferrer con los niños huérfanos se remonta al siglo XV. A partir de este momento comienza su compromiso con la infancia valenciana hasta la actualidad. Así, el Colegio es una fundación que aloja a niños de familias desestructuradas o huérfanos en riesgo de exclusión social. De este modo, la Fundación se divide en la residencia, desplazada a la localidad valenciana de San Antonio de Benagéber en 1977, en la que los niños conviven entre semana, así como el Colegio Concertado Fundación San Vicente Ferrer, al que acuden estos niños.


Pregunta. ¿Cómo se organiza la residencia?


Respuesta. La residencia se organiza en tutorías, que son grupos de 10 y 12 niños de la misma edad que conviven con nosotros, los educadores, desde septiembre hasta junio, de lunes a viernes. En total, en el colegio hay 10 tutorías y cada una tiene su espacio propio, al que también llamamos tutoría, y que dentro cuenta con una vivienda para el educador.


P. ¿Cómo funcionan las tutorías?

R. Las tutorías se distribuyen en función del género y la edad, menos las de los más pequeños; infantil y los primeros cursos de primaria, por primera vez, van a ser mixtas. Así, cada año desde septiembre hasta junio, se convive con la tutoría. Conforme acaban el colegio vienen a la tutoría, meriendan, bajan a lavandería a por su ropa, hacen deberes, practican deporte, cenan… es como si estuvieran en casa. Esta es mi función como educadora.


No dejan de ser aproximadamente 12 niños y niñas de la misma edad conviviendo juntos durante cinco días. Entonces, o hacemos para que estén bien y atendidos, o llegaría un punto en el que sería un caos.


P. ¿Ha cambiado la situación de los niños durante los últimos años? ¿Han surgido nuevos retos?


R. Sí, de hecho cuando empecé solamente entraban niños huérfanos. Socialmente reciben muchas ayudas económicas, por lo que dejaron de venir. Los criterios eran la orfandad y niños con una situación económica difícil, por lo que cada vez entraron menos niños. En el año 2002 aproximadamente se amplió el criterio a niños huérfanos y equiparados; podían entrar hijos de padre o madre abandonados, madres solteras o, en algunos casos, padres separados cuya situación es precaria.


Una de las cosas en las que he percibido cambios ha sido en la implicación de las familias. Antes eran muy colaboradoras, sobre todo las madres que generalmente eran las que venían, pero ahora, aunque no en todos los casos, las familias son más reacias a colaborar, y esto supone colaborar también en la educación de los hijos.


P. ¿Cuáles son los principales retos como educadora?


R. El acompañar y educar. De hecho, antes era muy dura y dictatorial. Sin embargo, con la experiencia he aprendido que deben tener sus normas, límites, pero cuando se equivocan aprenden. A fecha de hoy soy más de dejar hacer, pero dejar hacer con unos límites. A veces cuesta pero el reto más importante es ese.


Otro de los retos sería crear un buen clima en la tutoría. Me encanta que la tutoría sea un ambiente familiar, donde los niños entran y pueden pasar muchas cosas fuera, pero aquí, en la tutoría, se sienten en casa, en un lugar seguro. No obstante, hay veces que esto es muy difícil.


Este año que cambio de tutoría, tengo que empezar de cero, porque ni ellas me conocen ni yo las conozco a ellas.


P. ¿Cómo trabaja con cada grupo de edad?


R. Con niños pequeños, los problemas son pequeños. Nos centramos en hábitos, normas, estudios, aseo; es aprender. Los más mayores, en casi todos los casos, esto lo tienen adquirido, por lo que nos centramos mucho más en el trabajo personal, autoestima. En estas edades, muchos empiezan a ver en su entorno cosas que no les gustan. Nosotros, en esos casos, nos encargamos de acompañar para que lo puedan ver desde otra visión. Pero es así, son las edades. Ni las tutorías son iguales ni yo trabajo igual, porque creo que he trabajado con la mayoría o todas las edades.


P. ¿Cómo se organizaron durante la pandemia?


R. La mayoría de alumnos no tenía internet ni ordenadores en casa. El colegio tuvo que ingeniárselas para llevarles los recursos para poder hacer los deberes; son niños que de verdad necesitan el colegio. En muchos casos, la situación de sus casas es difícil, y a muchas familias tuvimos que llevarles comida.


La atención con ellos fue telefónica. En el caso de mi tutoría, al ser las más mayores, me distribuía la semana con unas y otras para poder hablar con ellas de manera individual, de los deberes, pero también de cómo estaban gestionando la situación de pandemia. Hay compañeros que contactaban diariamente con las familias. Cada uno se adaptó, y es otra de las cosas que tiene el colegio. Independientemente de que tengamos las mismas normas, nos dejan libertad de ser como nosotros somos; no nos imponen. Cada educador se programa y organiza su tutoría, y eso también ayuda.


P. ¿Qué le impulsó a empezar como educadora en el internado?


R. Hasta el 2003, aquí estaban las Hijas de la Caridad, entonces no había educadoras, solo educadores, pero se tuvieron que marchar de los centros que no fuesen propios de las Hijas de la Caridad, y la residencia es del Colegio Imperial San Vicente Ferrer. En ese momento era voluntaria en Proyecto Hombre, con posibilidad de tener un trabajo, y me gustaba mucho lo que hacía, pero no cobraba. Un amigo de mis padres me comentó este proyecto y decidí darle una oportunidad.


Entré interna, y me puse un plazo de 5 años para probar y evaluar, y aquí sigo 22 años después. Yo estudié psicología, y sabía que a la parte de infancia y juventud no me quería dedicar, pero empecé y es algo que me ha encantado. El proyecto me sigue fascinando como el primer día o más, y aquí dentro sigo creciendo a nivel personal y profesional. Cuando trabajas con niños, el feedback es inmediato, y en todo momento es avanzar y aprender. El proyecto y la manera de hacerlo de aquí me encanta.


P. ¿Qué aspecto es el más beneficioso del proyecto para los niños de la residencia?


R. Uno de los aspectos más positivos para ellos es sacarlos de su entorno, de manera relativa, porque no dejan de perder el trato con sus familias; los fines de semana vuelven a sus casas. Todos los años, cuando acaba el curso, hago una evaluación con la tutoría para ver qué tal ha ido. Cuando les pregunto acerca de los beneficios que tiene la residencia para ellas, me dicen que son los estudios; si no estuviesen en el centro no tendrían los estudios que tienen, les hemos enseñado la importancia del saber. Además, el colegio les ha dado unos valores que les hace pararse y no entrar en ciertas cosas que en su entorno son comunes, como el alcohol, la droga, las fiestas…


Además, son familia, y esto lo sé por gente que ha estado aquí pero ya hace tiempo que están fuera. Tengo un grupo que ahora tienen 30 años; quedamos una vez al año, y aunque no nos hayamos visto, todo sigue igual.


P. ¿Cómo describiría el proyecto?


R. Es una muy buena oportunidad. La mayoría de estos niños son la primera generación en sus familias que están sacándose unos estudios obligatorios. Tener un sitio como la residencia que les ayude y les facilite conseguir unos estudios, así como los valores que se inculcan es una gran oportunidad y un gran proyecto. Es lo que sé por mí, y por lo que ellos me cuentan.


Además, intentamos que sea lo más familiar posible. Si a alguien le ha pasado algo, sobre todo si es de mi tutoría, lo voy a saber. Tenemos contacto además con los profesores del colegio, el trato es muy cercano. Buscamos todas las soluciones posibles por ayudar y acompañar. Además, es un espacio muy abierto, rodeado de naturaleza, en el que los niños no se sienten encerrados; hasta eso se pensó cuando se construyó.



1 Comment


Guest
Jul 14, 2022

Sin duda una gran labor

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