María de Quesada, periodista y profesora de yoga, publicó en septiembre de 2021, mes de la Prevención del Suicidio, el libro La niña amarilla: relatos suicidas desde el amor

En su libro La niña amarilla: relatos suicidas desde el amor, María de Quesada incluye las historias de 23 niños y niñas que en algún momento tuvieron ideaciones suicidas, con el objetivo de “abrazar a todas las personas que hayan querido desaparecer alguna vez y comprenderlas”. Los beneficios de este libro se destinan a la asociación que lleva el mismo nombre; La Niña Amarilla, fundada por la propia autora junto con las periodistas Desirée Tornero y Cristina Martínez. Uno de los elementos esenciales de la asociación es la prevención del suicidio desde el ámbito de la comunicación.
Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de escribir La niña amarilla: relatos suicidas desde el amor?
Respuesta. Todo viene por mi propia experiencia, cuando tenía 15 años tuve un intento de suicidio. Aquello se silenció completamente, a nivel familiar y personal no supimos cómo afrontarlo. Nadie te explica qué pasos puedes seguir, o qué puedes hacer después. Simplemente te atienden y te mandan a tu casa. Yo volví al colegio igual, con la misma sensación de inseguridad, incluso todavía más porque me sentía culpable, estaba avergonzaba. No se resolvió y no tuve una terapia, se cortó como si eso no hubiera pasado.
Hubo un pacto de silencio en mi casa y mi entorno, y se silenció hasta que surgió el tema del libro hace ya cinco años, cuando estaba viviendo en Estados Unidos. Estuve viviendo allí un año, y en una formación que hice, alguien compartió una situación muy similar a la mía y me sentí muy identificada. Decidí que yo también lo iba a contar, porque me parecía que podía ayudar como a mí me había ayudado que esa persona lo hiciera.
Sentí que era algo más normal de lo que parece, algo de lo que no se habla pero si no lo hablamos no podemos solucionarlo, y que podemos ayudar mucho si le damos visibilidad desde el punto de vista de la prevención. Me centré en el proyecto, surgió la idea de contar la historia y de juntar muchas más para darle más fuerza. Son muchas las personas a las que les pasa esto cada día. Escribí La niña amarilla, el libro salió en septiembre de 2021, y desde entonces me he dedicado a ofrecer mi testimonio.
P. ¿Y la asociación de La Niña Amarilla? ¿Por qué periodistas al frente de la asociación?
R. Creamos la asociación realmente antes de que saliese el libro publicado, porque nos dimos cuenta de la necesidad de visibilizar la prevención del suicidio desde el punto de vista social y periodístico.
En mi entorno muchas amigas son periodistas, y justamente las dos que forman parte de la asociación conmigo, Desirée Tornero y Cristina Martínez, son muy amigas y me han acompañado en el proceso de La niña amarilla. Fundar la asociación fue algo natural. Pero a parte de periodistas, en La Niña Amarilla todo el mundo es bienvenido. De hecho, tenemos gente de múltiples profesiones que están por diferentes motivos.
Creemos que visibilizar el tema del suicidio con una comunicación clara y preventiva es fundamental, y no se está haciendo. Queremos ayudar a que la sociedad aprenda a comunicar el suicidio desde ese lugar, y nos está costando. Por ejemplo, una de las labores de la asociación es recomendar y ayudar a los medios de comunicación a tratar este tema correctamente. Es muy frustrante. Ves noticias en las que hablan de métodos, de lugares, detalles escabrosos. En muchas ocasiones no prestan atención a las recomendaciones de la OMS ni de la Generalitat. Al comunicarlo desde la voluntad de ofrecer una herramienta y una ayuda, muchas veces te ignoran porque piensan que lo están haciendo bien. A muchos periodistas les falta empatía. Es frustrante.
Nos dan alegría otras cosas; vemos avances en otros temas como la educación, y periodistas que sí se interesan. Todavía estamos en un punto muy inicial, visibilizando; no diría ni siquiera aprendiendo.
P. ¿Por qué llamarlo La niña amarilla?
R. Es un poco “universo actuando”. Soñé con la portada del libro cuando estaba en el proceso de escribir mi historia. Era amarilla, y había un niño o una niña. Tenía claro que en mi caso era una niña amarilla. Era la manera de acoger a esa niña que he negado durante muchísimos años, de darle la luz que tenía y tiene para ayudar a otras personas.
El color amarillo es el color de la prevención, pero esto no lo supe hasta después, cuando ya tenía el nombre, el logo… De repente lo vi en una cuenta brasileña que seguía de prevención; era el “Mes Amarelo”. Cuando empecé a informarme sobre el color de la prevención y vi que era el amarillo no me lo podía creer. Además, el color Pantone de 2021 era amarillo y gris. Todo tenía sentido, pero no lo elegí conscientemente.

P. ¿A qué retos se enfrentan a la hora de comunicar y en la prevención del suicidio?
R. Partimos ya de algo que nos pasa a todos; concebimos el fenómeno del suicidio desde el punto de vista de la salud mental. En realidad es mucho más complejo; no son solo las personas que tienen una enfermedad mental, o alguien que está en un momento difícil de su vida puede llegar a tener una conducta suicida. Nos puede pasar a cualquier persona. Es un fenómeno multicausal, muy complejo, que se puede incluir en el ámbito social, desde el punto de vista de todos los fenómenos y factores sociales. A través del libro he observado cómo solamente tres personas de las historias tenían una enfermedad mental diagnosticada, el resto no. Puedes estar pasando un mal momento o depresión transitoria, pero eso es algo que nos va a pasar a todas las personas a lo largo de nuestras vidas.
En ello influyen mucho los factores sociales. Esto no es algo que solo lo puedan solucionar psiquiatras y psicólogos, depende de todo el mundo, porque todo el mundo puede ser parte de la solución si se parte de la información adecuada. Para mí este es el punto desde el que podemos empezar.
P. Al principio de cada capítulo se incluye un color, una textura y una temperatura, ¿a qué se debe la idea?
R. En terapia psicológica lo he trabajado como herramienta para llevar al plano de lo físico algo que es muy emocional. Puedes tener miedo o experiencias en las que has sufrido y se han quedado encapsuladas. Es una manera de ponerle color, textura y temperatura a una serie de emociones que has vivido. Esto puede ayudar a las personas, tanto las que lo cuentan, que muchas me han dicho que les ayuda a ponerse en ese lugar, a revivirlo para contarlo, y para que el lector entienda de dónde partimos. Por eso, al inicio de cada capítulo hay un color, una textura y una temperatura para ponerse en esa situación. Hay gente que no lo entiende o no lo ve, pero hay a otras personas a las que les ayuda a comprenderlo.
P. ¿Por qué considera que el suicidio sigue siendo un tema tabú?
R. Por una parte es algo muy cultural de las sociedades judeocristianas, donde el suicidio era un tabú, era un pecado el suicidarse, y de hecho hay todavía países en los que se penaliza. Esto es algo difícil de cambiar, no ocurre de la noche a la mañana. Es algo que se ha considerado un tabú durante muchísimos años, siempre ha existido.
Desde el punto de vista filosófico, histórico o sociológico se pueden leer múltiples libros y literatura del suicidio. Para mí Durkheim fue clave; desde que a finales del siglo XIX trató una visión sociológica del suicidio, se empezaron a hacer pequeños avances.
P. Actualmente, ¿cuáles son las labores de la asociación La Niña Amarilla?
R. Durante este año nos hemos centrado en acudir a institutos para ofrecer charlas sobre prevención del suicidio. Ha sido muy gratificante, tenemos muy buena respuesta. Queremos hacer una guía didáctica del libro; no podemos llegar a todos los colegios Y necesitamos una guía que acompañe al libro para poder realizar actividades y proyectos relacionados con la prevención del suicidio.
Por otro lado, sacamos una guía de tratamiento del suicidio en los medios de comunicación junto con Papageno.es y AFASIB. En ella hemos añadido también teatro, cine, series de televisión, y se incluyen consejos para los testimonios; los supervivientes, aquellos que han perdido por suicidio a un ser querido, y los sobrevivientes, las personas que han sobrevivido un intento de suicidio.
Muchas veces estamos en una situación muy vulnerable, y hay aspectos que se cuentan pero no ayudan, como hablar de métodos, dar detalles o culpabilizar. Es necesaria esta parte porque podemos simplificar el fenómeno del suicidio y lo ligamos a una sola causa.
P. Respecto al contacto que tienen con jóvenes, ¿cree que tienen las mismas barreras a la hora de tratar el suicidio?
R. Siguen existiendo muchas barreras, las mismas que tenía yo. Es verdad que ahora tenemos las nuevas tecnologías que, por un lado, ayudan. Yo buscaba ayuda en las páginas amarillas, porque sabía que no estaba bien. Ahora se puede buscar ayuda en internet; está la Fundación Anar, el Teléfono de la Esperanza, recientemente se activó la línea 024… hay muchas asociaciones. A La Niña Amarilla nos escriben adolescentes porque están desesperanzados y no saben dónde llamar.
Por otro lado, la tecnología te puede aislar, llevarte a foros pro-suicidas, a una información no adecuada. Todo esto está al alcance de internet. Hay que aprender a buscar los canales de ayuda, y enseñar a la gente joven dónde puede encontrar ese recurso, de qué manera, y lo importante que es comunicar cuando uno no está bien.
Esta es la información que llevamos a los institutos, pero no es suficiente. Una asociación pequeña como la nuestra actuando en Valencia no es suficiente, necesitamos que la administración se involucre y esto se convierta en parte de la educación.
P. Como periodista, ¿qué aspectos considera que deben mejorarse para un buen tratamiento y visibilización en los medios de comunicación?
R. Falta el entender que se tiene que hablar de suicidio todo el año. Vemos que se habla de suicidio cuando fallece un personaje público, o cuando se dan los datos el día mundial de la prevención; el resto del año no se escuchan los datos. Es necesario tratar el suicidio desde el ámbito de la prevención de manera recurrente y siguiendo las recomendaciones OMS. Son herramientas que pueden ser preventivas o todo lo contrario.
En el ámbito periodístico considero necesario tener el interés y la motivación de cambiar y transformar la sociedad. Volver a creer que el periodismo y la comunicación son transgresores. Nuestra labor cambia la sociedad, porque es un reflejo de lo que está pasando, y podemos ayudar a que las personas que se encuentran desesperanzadas, o que ignoran muchos de estos conceptos.
Se nos ha enseñado a estar callados porque éramos reflejo de la sociedad del tabú. Si queremos reflejar todo aquello que queremos vivir, hemos de hacerlo con mucha responsabilidad. Como periodistas tenemos que “mojarnos” e ir en busca de esos recursos, y si dudamos, no publicamos, buscamos ayuda entre profesionales o asociaciones. De otro modo se corre el riesgo de perjudicar. Nunca puede primar la rapidez o la actualidad a la prevención. Si hemos de esperar horas hasta tener la información contrastada y lista para ayudar a la sociedad, hemos de hacerlo, porque ganamos todas las personas.
Otro aspecto necesario es un plan a nivel nacional, así como la inclusión del suicidio en los planes de estudios de las universidades de comunicación. Estamos todavía en el momento de “queremos hacerlo pero no sabemos cómo”. Todavía falta pero soy optimista y sé que estamos dando pasos; todo lo que hagamos hoy es fundamental para que nuestras generaciones tengan esta información, desde un lenguaje y un lugar correcto.
En caso de riesgo de suicidio, o en situaciones en las que se pueda necesitar ayuda psicológica, algunos de los recursos son: la Línea 024, el Teléfono de la Esperanza (717 003 717), el Teléfono contra el Suicidio (911 385 385), la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, Papageno o el Teléfono de Emergencias (112)
Es muy importante la prevención de este tipo de conductas. Es preciso la creación de campañas y charlas con buena información orientada hacía la población general que nos enseñe las señales de alarma de que una persona tiene ideas suicidas para poder abordar el problema antes de que se lleve a cabo la acción del suicidio.