Con 82 años, José María López es una de las pocas personas que continúa viviendo en Valdecolmenas de Abajo, un pueblo situado en plena Alcarria conquense y que se sitúa como uno de los pueblos en riesgo de desaparición de la provincia. Después de toda una vida en el pueblo, José María sigue disfrutando de su pueblo y su gente como cuando era joven
El medio rural representa aproximadamente el 85% del territorio nacional, pero solo el 20% de la población vive en él. La despoblación rural es un problema cada vez más presente en España y que afecta directamente a la población envejecida que vive en ellos. En el caso de Valdecolemnas de Abajo, las cifras ofrecidas por el Instituto Nacional de Estadística datan 36 habitantes, sin embargo la realidad es que se trata de una cifra mucho más baja, diez personas aproximadamente.
Pregunta. ¿Cómo recuerda el pueblo cuando era joven?
Respuesta. El primer recuerdo que me viene a la mente es el de estar todas las casas abiertas y llenas de gente. Antes había de todo en el pueblo: panaderías, farmacia, médico, practicante, escuela… de todo. La mayoría de la gente se dedicaba al campo, cada uno llevaba sus propias tierras y tenían sus propias mulas y borricas, pues antes no había tractores. En mi caso, me he dedicado a la agricultura desde que terminé la escuela. La gente mayor se iba jubilando, me pagaban para que trabajase sus tierras y así fui liándome hasta ahora. También me acuerdo de las fiestas, en honor a la Virgen de la Soledad. Siempre había baile, danzantes e incluso algunas veces, toros.
P. ¿Por qué cree que se ha ido produciendo ese abandono rural?
R. Primero porque la gente que vivía siempre en el pueblo ha ido haciéndose vieja y falleciendo. Y luego porque la gente joven se ha ido a trabajar a la ciudad en otras cosas, nadie quería ni quiere dedicarse a la agricultura. En la ciudad hay más oportunidades y pueden dedicarse a más cosas.
Ahora en el pueblo vive muy poca gente. En verano sí que viene la gente de Madrid y Valencia, sobre todo para las fiestas, pero cuando pasa el verano y llega el invierno puede haber seis o siete personas, no más, y los que quedan son personas mayores.
P. ¿Cree que políticamente se adoptan las medidas necesarias para luchar contra la despoblación rural?
R. Creo que no. Si te fijas en los pueblos de alrededor, todos están vacíos y el número de habitantes no supera las diez personas. No hay trabajo más allá de la agricultura y desde la administración tampoco se invierte o fomenta que haya otros trabajos, lo que agrava la situación.
P. ¿Qué dificultades encuentra en el pueblo que no hay en la ciudad?
R. La verdad es que a lo largo de la semana van viniendo distintas personas: la enfermera, el médico, el panadero, vendedores ambulantes… y en ese sentido siempre tenemos lo necesario. Si surge alguna urgencia, por ejemplo, tenemos que ir a la ciudad o al centro de salud del pueblo más cercano, lo que es un problema. Lo mismo pasa si necesitamos algo más concreto y que no traen los vendedores, en ese caso tenemos que bajar a Cuenca o pedirles a nuestros hijos que nos lo traigan. Por todo esto es por lo que la gente no vive en el pueblo y se van a vivir fuera.
P. ¿Cómo cree que será el futuro de Valdecolmenas?
R. La verdad es que no sabría decirte. Cada vez está más vacío y la gente que queda se va haciendo mayor. Es verdad que la gente joven tiene sus grupos de amigos y vienen muchos fines de semana o pasan todo el verano aquí, pero es sólo temporal. Pienso que siempre quedará alguien y que al final solo vendrán las personas que trabajan aquí en el campo como mi hijo, por ejemplo.
P. ¿En algún momento se ha planteado ir a vivir a una ciudad?
R. Mi mujer y yo tenemos un piso en Cuenca que compramos hace unos años por comodidad nuestra, así siempre que teníamos algún asunto en la ciudad nos quedamos en él, pero vivir allí permanentemente no. Siempre he vivido en el pueblo y mi casa está allí, pero desde que falleció mi mujer estoy viviendo en casa de mis hijos. Aquí en la ciudad la vida es diferente, mi día a día ha cambiado por completo y echo muchas veces de menos el pueblo y la vida que tenía allí.
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